RESEÑA: ROMA SOY YO
RESEÑA:
ROMA SOY YO
Por Santiago Posteguillo
¡Dios, cuantas ganas tenía de leer
y hablar de este libro!
Y admito que aun no he leído los
dos libros de Julia, lo cual juro que no tiene nada que ver con el hecho que la
protagonista sea una mujer, sino que simplemente me estaba dando un descanso de
novela histórica y estaba enfilando baterías por completo a la fantasía, que
tantos reconfortantes momentos me ha brindado… Pero cuando supe que el gran señor
Posteguillo había vuelto al ruedo, y nada más y nada menos que con mi personaje
preferido Gaius Julius Caesar, la suerte estuvo echada. ¡Y sí que estuvo bien
echada!
Entrando en materia, debo decir
que este libro tiene muchos factores en extremo positivos y uno no tan bueno, lo
que no indica (ni mucho menos) que la lectura defraude, todo lo contrario, y puntualizo
el hecho que ya me quiero comprar y leer cada uno de los siguientes libros de
la nueva saga del señor Posteguillo. Es solo que lo único que tengo que
recalcar se debe a mi anterior experiencia con esta historia de la mano de la
igualmente genial Colleen McCullough y su “Masters of Rome”, pero ya es mucho
decir condensar tantos años en un solo libro y sobrevivir a ello con un
excelente libro y ya vamos a discernir sobre ello.
Roma soy yo condensa la vida de
Julio Cesar desde dos años antes de su nacimiento (102 AC, con la batalla de
Aquae Sextiae) hasta sus 22 años, que es cuando participa en el juicio contra Cneo
Cornelio Dolabela. El señor Posteguillo utiliza esos 24 años para aclararnos la
parte de la juventud de Cesar en la que tuvo una fuerte influencia de Cayo
Mario. Como este ultimo estuvo presente en sus últimos años en la vida del joven
Cesar, es entendible que la ambientación de todo lo realmente importante en el desenvolvimiento
de finales del periodo republicano fuera con base en infodumpings y
retrospectivas. Sabemos que Posteguillo es el maestro de las retrospectivas; “está
bien, los voy actualizar de lo importante, pero déjenme mostrarles y no
contarles” se llama el 50% del libro y aplaudo hasta el enrojecimiento de mis
manos este hecho… ¿Y los infodumpings? Desafortunadamente no había nada que
hacer. Ahí es donde está el detalle que enloda un poco la lectura; no hay
tiempo de desarrollo de ciertos personajes. Aquí es donde mi corazón se quiebra
porque fue inevitable no pensar en el segundo mejor villano que he leído en
novela histórica o fantasía (el primero es, y creo que siempre será el juez
Holden de “Meridiano de Sangre”) y es Lucio Cornelio Sila Félix de McCoullogh.
Resulta que el Sila de Posteguillo
está bien; es detestable, malo malote al que de alguna manera Julio Cesar vence
al sobrevivir y todo (Dolabela para mí no es el verdadero villano porque solo
funge como “el nuevo Sila” luego de la muerte de Sila), pero es que es solo
eso: el malo. No tiene buen desarrollo, no tiene buenos motivos, ni siquiera es
tan memorable ¡Dios, ni siquiera queda bien claro como muere! Literalmente está
ahí con un gran aviso en la frente que dice “Ódiame” y listo.
Sé que no debo comparar. Sé que
McCoullogh se escribió la bobadita de casi dos mil páginas montando el preludio
de Julio Cesar con Mario y Sila y otros personajes más tan interesantes como
Saturnino y Glaucia de quienes aquí apenas y tenemos oportunidad de leer algo o
de Marco Livio Druso del que solo podemos saber de él en esta novela a través
de un infodumping (este último con gran dolor en mi corazón porque su línea
familiar incide directamente con Servilia, que es pilar fundamental en la
historia de Cesar) o el gran Publio Rutilio Rufo que simple y llanamente no
aparece en la obra de Posteguillo. ¡Dioses! Al menos un poquito de saborcito a
Sila no hubiera quedado nada mal. Sin embargo, sé que me desvío porque al final
este libro cumple con su objetivo primordial: Julio Cesar, y vaya que sí lo
cumple.
De Cesar trata la obra y con ello
Posteguillo cumple a cabalidad: Su personaje es rico en facetas, matices,
multidimensionalidad de personalidad y tantas cosas tan entrañables. Si hay
algo que decir como punto fuerte del trabajo del autor es que nos presenta un
Cesar humano, con miedos y fortalezas que va de menos a más, con sus victorias
y amargas derrotas. MacCoullogh, por otro lado, se concentró prácticamente en
un Dios; invencible, todopoderoso, sobrehumano y hasta cierto punto,
sobrevalorado. Ahí es cuando el trabajo de Posteguillo entrega una recompensa
muy gratificante a la hora de la lectura: la sensación de estar leyendo una
historia muy próxima a lo que realmente sucedió.
Por último, nuestro escritor de
novela histórica favorito nos deleita con sus dos mejores herramientas
perfectamente empleadas: Los saltos temporales que logran equilibrio entre la
información adicional requerida en los sucesos del presente y la narrativa de
las batallas, que como siempre son el punto fuerte de su obra a la que él ya
nos tiene acostumbrados. Monumental escritor




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